CONTRAMONUMENTOS (Galería Manolo Eirin, Carballo)

16/02/24 - 16/05/24

Vari Caramés, Ana Paes, Verónica Vicente, Simon Lund, Claudia Ferreiro, Fred Langford Edwards, Manolo Eirin, María Moldes.

¿Cómo hablar de fotografía, escultura o pintura, sin aludir a la experiencia perceptiva, a la narración detenida o a los tiempos de lectura de la imagen? En la actualidad se ha comenzado a pensar el tiempo como una multiplicidad de experiencias que ya no tienen un centro único ni una sola dirección. La fotografía contempóranea debe su “contemporaneidad” a ese momento presente en el que el tiempo se ha espacializado y parece haber detenido su camino hacia delante. Todas las obras de esta exposición conforman ideas que podrían formar parte de un laboratorio que piensa los diversos modos de habitar y observar la actualidad. Con “Contramonumentos” la nueva exposición de la Galería Manolo Eirin de Arte Contemporáneo se hace eco de los fotógrafos y fotógrafas que están triunfando en la escena de la fotografía artística estos últimos años. Gracias a las obras de todos ellos la realidad se perfora y el presente se pincha. El tiempo se fractura y el pasado nos abruma.

En la serie “Demasiado cerca” (2022) el fotógrafo Simon Lund (Seattle, 1974) nos muestra la realidad de que con la fotografía hay siempre las ganas de querer tener el objetivo más largo, de hacer más zoom y la sensación de que aún así nunca se lo esta suficientemente cerca. Pero en cierto modo todo lo que tenemos que hacer es acercarnos. En las propias palabras del artista estadounidense: “De alguna manera, fotografiar es estar en el centro de los momentos sociales, cruzando la línea, siendo parte de la acción. Nada que ver con la visión que nos ha traído National Geographic de situarse afuera y desde allí documentar. Mi atracción va hacia lo que tiene una belleza inintencionada”.

En el espacio de la galería, protegido de la oscuridad y bañado por la luz de las focos, las piezas creadas por Fred Langford Edwards (North Wales, 1947) nos transmiten la sensación de habitar un tiempo diferente al encontrarnos frente a un modo de percepción alternativo a la manera en la que veríamos estos objetos en nuestro día a día. Estos desechos humanos fueron encontrados por el fotográfo en la orilla de la playa de Barizo (Malpica) y ahora su registro se encuentra en la exposición. Para el espectador que experimenta la instalación de grandes fotografías, el tiempo se ralentiza, casi parece que se detiene, aunque nunca se detenga del todo. Las fotografías de Fred, para el que “la recolección es un redescubrimiento” provocan una apertura del tiempo de una imagen quasi-cinematográfica dónde los bodegones exceden la capacidad de la propia memoria. Sería tan imposible identificar su origen como su futuro paradero pero aquí están, emergiendo como totems latentes de una colección infinita.

Ana Paes (A Guarda, 1982) por otra parte nos hace conscientes de los intersticios que hay entre un plano y otro, nos muestra que esa continuidad aparente de la imagen-movimiento es, en efecto, sólo aparente, y nos invita, a mirar en los recovecos. En su serie de “Rayogramas de agua y plantas” translada el papel fotosensible en medio de la noche a la orilla del río Manzanares (Madrid). Lo sumerge en el agua y lo expone a un rápido instante de luz. Un destello es suficiente para registrar en el papel lo que durante esa fracción de segundo queda atrapado entre la luz y el papel: el flujo del agua, una reverberación, unas hojas que nadan… pero también permanece el registro de otras luces como las estrellas, la luna o unas farolas cercanas. Las obras de Ana que son piezas únicas, la artista abre la imagen, deteniéndola, pero no del todo. No la ofrece como algo estático y fijo, sino como una imagen que está a medio camino entre el tiempo expandido y un preciso instante. Una imagen que es puro cine, que es puro tiempo.

Claudia Ferreiro (Santiago de Compostela, 1996) explora la memoria y la identidad ligada al territorio utilizando el medio fotográfico como herramienta de autoconomiento. Tiradas con una Minolta X-300, la serie “Berce” de la artista compostelana presenta imágenes coloridas y en las que la luz tiene un papel esencial dentro de espacios rurales. Las obras aquí son una toma de conciencia del tiempo, una experiencia visual en la que, finalmente, uno llega a ser consciente de que está vivo. En sus fotografías no se ve representado el tiempo detenido, eterno y quieto, que habitualmente es el tiempo del espacio artístico sino que podemos vislumbrar un tiempo que se mueve a una velocidad para la que no llegamos a estar preparados, quizás porque nunca llega a detenerse del todo. El tiempo nunca está ahí como quisiéramos que estuviera. Y de esa manera, paradójicamente, somos conscientes de él.

Las fotografías de Manolo Eirin (Finisterre, 1967), sacadas de sus “Bread series” también se pueden entender como una apertura del tiempo, ya que el artista hace gala del apropiacionismo de las imágenes y los objetos que aparecen en ellas y les otorga un nuevo significado. Sin eliminar totalmente el sentido primigenio: son panes, alimentos orgánicos y perecederos que desmonta y hace evidentes. Abrir la imagen aquí es abrir el tiempo. En la instalación también presenta un pan secado al sol que se muestra colgado en la pared. Podemos ver retratos figurativos o podemos ver panes, pero Manolo dándoles su propio lugar, espacializándolos, crea un intersticio, un lugar para poder habitarlos.

Verónica Vicente (Pontevedra, 1988) presenta “En verso libre”, una serie de nueve fotografías en color, en las que ahonda en la naturaleza identitaria y en las capas que oculta el verdadero yo. Como una especie de analogía con el árbol y en forma de libro abierto, las fotografías nos muestran un lenguaje, un código, una identidad única e irrepetible comparable solo con uno mismo. Que vamos a decir de los árboles y su duración pura.. Con sus piezas la artista pontevedresa propone un tiempo tangible, un tiempo que el espectador casi que puede tocar con sus manos. Más allá del tiempo que nos marca en la pantalla el telefóno movil, las fotografías de Verónica destacan por su tiempo material, denso en el que podemos entrar, como si de una habitación de tiempo se tratase. Acompaña a esta serie de la fotógrafa pontevedresa, el libro de artista: “El libro secreto de los árboles” con cortezas auténticas de abedules encuadernadas, que sin duda es una joya para todos los sentidos.

La presencia del tiempo en la práctica artísitica de Vari Caramés (Ferrol, 1953) pone de manifiesto los discursos de la memoria y la historia, y también pone en juego un sentido del tiempo como algo abierto y manipulable donde presente y pasado se encuentran conectados y en constante movimiento. Él es uno de esos fotografos que se resiste a producir imágenes digitales, siendo analógico todo lo que conocemos de su obra hasta el momento. Como en cualquier juego, lo más importante es la imaginación y para el fotográfo ferrolano el interés está en la sugestión y no en la evidencia. Sus fotografías nos introducen de lleno en las diversas líneas temporales provenientes de diversos contextos del mundo que confluyen en lo que llamamos “el mundo contemporáneo”. Con “Recreo” (la serie que presenta en esta exposición), Vari homenajea a la infancia, en sus propias palabras: “El paraíso perdido (no del todo), ya que mis sueños y mi actitud ante la vida me lo impiden, por tanto os invito a bajar por este tobogán y que sigáis como Benedetti algunas horas más siendo niños.”

La dimensión del tiempo para María Moldes (Pontevedra, 1974) es utilizada como un arma de resistencia contra lo establecido, contra los regímenes hegemónicos de temporalidad. Presenta en el espacio de la galería “Bloop”, una serie que empezó por casualidad paseando por San Pedro del Pinatar, Murcia. Una zona llena de baños de lodo en los que la gente va a bañarse por sus propiedades benefactoras para la piel y la salud; una escena super pintoresca en la que la gente acaba llena de cubierta de un barro de color gris oscuro, casi rozando el negro. Es una colección de fotografías que prácticamente roza el surrealismo, de vuelta, con personajes super pintorescos y ancianos que parecen sacados de una película de John Waters. María haciendo énfasis en lo absurdo de las conductas humanas y en concreto en este caso, en la contaminación ambiental del Mar Menor, cercano al colapso por la presión urbanística y los vertidos agrícolas. Con sus extravagantes imágenes ella aborda los problemas ecológicos y nos cuenta la historia de un futuro oscuro, cargado de sátira, donde los hombres y los residuos se sumerguen en aguas dulces de color rosa.

“Contramonumentos” se compone así de una suma de tiempos en movimiento, de pasados que no acaban de irse y de futuros que nunca llegaron, presentando a través de las fotografías de ocho artistas internacionales las modalidades de resistencia a través de experiencias temporales complejas. Tanto Claudia Ferreiro, Vari Caramés, Simon Lund, Verónica Vicente, Fred Langford, Ana Paes, Manolo Eirin como María Moldes se caracterizan por entender el tiempo como material de trabajo, un tiempo que puede ser abierto y alterado, un tiempo capaz de romper los ritmos globales de circulación del capital y de introducir cronologías y experiencias temporales que desgarran y fracturan cualquier temporalidad hegemónica. En conclusión, se trata de “contra-cronologías” que le dan la vuelta a las experiencias instituidas por el poder.