“HACER (LO) VISIBLE” (Galería Manolo Eirin, Carballo)
01/04/22 - 01/07/22
TUSET.
La Galería Manolo Eirin de Arte Contemporáneo presenta la exposición titulada “Hacer (lo) visible” en la que el artista coruñés, nacido en Arteixo muestra los resultados de su última investigación en torno al paisaje y a lo pictórico. El trabajo que nos muestra el artista es pintura, proveniente de acciones fundamentalmente escultóricas, aunando dibujo y maneras de hacer ciertamente tradicionales y al mismo tiempo artesanales.
Como cambiante es nuestra realidad, el espectador ante esta serie de obras que se presentan en la galería utiliza la mirada que escucha. Contrariamente al formalismo, que separa la forma del contenido, y el naturalismo, que los identifica, el espectador aquí mira al infinito entramado de líquenes como mira a la música: lo simple es lo que vemos a primera vista, es la raíz (la organización interna) pero todo en su justa medida posee también de ornamento (el modo de existencia y expresión) que es coherente e indivisible uno de otro.
La exposición está concebida como un paseo, un paseo que invita a vincularse de nuevo con la tierra, y que define y da cuerpo a la lentitud de “lo natural” referenciado en el sistema del arte. Partiendo del fuerte conocimiento de la tradición pictórica y de su declive en las últimas décadas en las que la pintura se ha mantenido sobre todo estática proporcionando a los artistas de nuevas generaciones el entorno propicio para plantearse renovarla, el propósito de TUSET es mantener la pintura viva.
El olor a tierra (campo) se mezcla con los troncos de hierro oxidados por el clima a lo largo del tiempo, que se recubre y tensiona plásticos colonizados por materias vivas (líquenes). Cada obra tiene un resultado único, una forma nítida, una luz cálida que ilumina como los tonos ocres de la oxidación del propio hierro en el plástico que a su vez se proyecta gracias a los focos de la sala en la pared y en el suelo. La galería alberga un campo expandido con diferentes posibilidades y metáforas tanto estéticas como conceptuales dentro del conocido como cubo blanco. La tierra es la matriz universal, pero también es nuestro planeta. Lo es todo para nosotros, es donde descubrimos todo. El título de la exposición es un guiño hacia los descubrimientos. Las obras trabajan la transformación de lo natural reestructurando sus posibilidades y el carácter ficcional de sus materiales. Hablamos de naturaleza, pero hablamos de paisaje en el sentido de la territorialidad que tiene la pintura, auscultando los materiales de esa naturaleza.
A través del marco la pintura se vuelve densa y se presenta como esencial en el conjunto con el resto de las obras en papel y el propio esqueleto del arco de invernadero. La exposición parte de la construcción mental de un espacio exterior con la utilización de materiales propios del medio, dejando al libre albedrío la imagen artificial y privada de nuestra mente respecto lo que significa y lo que dignifica “lo natural”. El manejo del soporte en la exposición es fundamental porque busca el volumen, la posibilidad de transparencia, los cambios de presión en la pintura tensada (plástico), gracias al trazo del dibujo de los líquenes que se puede decir que consiguen la tridimensionalidad por sí solos.
Percibimos la exposición como un camino por un paisaje que contiene fragmentos acumulados de otros paisajes. Hay un sentido de la deriva, aunque en el medio y medio de la galería encontramos a la pieza central de la exposición “Sin título (Invernadero)” 2020, una instalación escultórica con mucho aire y por la que el visitante transcurre, se cruza, se detiene, se rodea, y consigue la cualidad de ser imposible de pasar, en el sentido estricto de la palabra sin ser percibida e interactuar con la propia pieza, que incluye una pista de audio grabada en el anterior emplazamiento de la obra, que estuvo situada en el Monte da Pedra da Vella durante un año, en la parroquia de Monteagudo como un monumento para su pueblo, lugar de origen del artista. Aquí la naturaleza que acaba completamente descompuesta en los plásticos de invernadero se recompone en esta estructura que funciona como una rodaja de arco de invernadero con un marcado aspecto de fragilidad en el que se da la transformación de la materia y la forma. En este proyecto el artista trabaja con los propios restos de otros invernaderos de la zona, escombros de hierros de invernadero “pintados” por óxido al haber estado expuestos mucho tiempo a los fenómenos meteorológicos.
La muestra está construida para un espectador con una mirada atenta, a los descubrimientos y a los huecos del paisaje (mundo). El paisaje puede ser interpretado como materia (forma) y en ese caso puede restaurarse, transformarse, desintegrarse. Galicia es una de esas partes claves a la hora de estudiar la historia geológica de la tierra como dice el comisario David Barro porque es un laboratorio natural. Las obras en conjunto buscan generar un imaginario y un espacio indeleble (imposible de borrar/ olvidar), a su vez construido con materia y material orgánico desarraigado y/o extraído, descontextualizado de su emplazamiento natural. Como hierros no galvanizados y oxidados, polietileno de baja densidad (plástico muy resistente y duradero) conquistado por cientos de miles de líquenes vivos en constante nacimiento, asociación y muerte. En resumen las materias/materiales nos permiten “hacer (lo) visible”, y nos obligan a permanecer atentos a su constante cambio. El arte como escribió Paul Klee no debe centrar su atención en reproducir lo visible, sino que debe lograr hacernos visible el mundo y el paisaje en el que “somos y estamos” en tiempo presente.
Las experimentaciones con tinta de bolígrafo y agua salada tituladas “Del apolíneo soporte pictórico tradicional al impulsivo baile dionisíaco” 2022, tienen que ver con lo sísmico, lo primitivo, lo gestual, del color con la ausencia de color conscientemente austera y que imitan el acabado del liquen el las obras de invernadero. Estas piezas se entienden como decenas de residuos, de sedimentos cromáticos inmovilizados en el papel. Consiguiendo que el dibujo llegue a estar expandido, o habitado como decía Elena Almeida en sus dibujos de crin de caballo, dibujando con la tinta de bolígrafos comunes como dibujamos en la playa o en la tierra.
En resumen, la exposición “hacer (lo) posible” desarrolla varias posibilidades pictóricas para enfrentarnos al futuro de la pintura sin quedarnos quietos, y obligándonos a observar el arte como nos miramos a nosotros mismos, sin excusas. Ha sido una de las exposiciones de la galería que más tiempo ha demorado en montarse, retrasándose hasta tres semanas.
El arduo trabajo que el artista debe realizar para o con la finalidad de estimular la búsqueda de lo desconocido es sin duda un trabajo pedagógico. El hecho de presentar materiales más o menos comunes o cotidianos ayuda a acercar posturas e intereses, y al mismo tiempo genera desconcierto y “no entendimiento” por extrapolar lo ya conocido en favor de un proceso de deconstrucción, que pretende favorecer el inmenso espectro de realidades simultáneas a las que nos resulta inalcanzable acceder.